Se despertó de golpe.
Sabía lo que había soñado, aunque no se acordaba. Solamente esos malditos ojos azules producían la sensación de desasosiego y el sudor frío que ahora mismo le invadían.
Retiró las sabanas y buscó las zapatillas con los pies sin encender la luz. Luego paso la mano por la mesa para recoger el tabaco, no estaba. "Cierto, deje de fumar hace dos meses" se dijo a sí mismo.
Quién le iba a decir que volvería a pasar por allí. Creía que ya había dejado atras esos ojos, esa mirada.
Llevaba más de diez años haciendo este trabajo. Matar no era su vocacion, pero su falta de escrúpulos no le impedían hacerlo y le solía permitir viajar y mantener una buena vida con pocas horas de trabajo. Eso siempre está bien.
Había tenido que enfrentarse a cobardes suplicantes, chulos prepotentes, inocentes sorprendidos, incluso algun adolescente imberbe que otro (hay gente muy retorcida en este mundo). Todo había ido como la seda.
Hasta hace tres años. Aquí en esta ciudad.
Había tenido ese trabajo, aparentemente sencillo. Poca seguridad, habitos regulares, ni un rastro de paranoia, lo que se viene conociendo como una persona entre ilusa y confiada. Por fin llego el momento justo y cuando iba a llevar a cabo su encargo los ojos se le quedaron mirando. No había nada de lo anterior en ellos. Sólo una mirada firme. Una expresión que unicamente había visto una vez. Era ella de nuevo. La que había desaparecido de su vida hacia ya tanto. Sus ojos seguían igual que entonces.
Por supuesto, completó su trabajo, siempre lo hacía, era famoso por eso.
Pero cuando lo hizo la mirada de ella no dijo nada, sólo algo que él no sabía, siempre intuía cuando ella escondía algo.
No pudo recuperarse de ello, le dejó huella. Estuvo parado durante un año. Dejó de trabajar a pesar de que le siguieron llegando encargos, cada vez con un precio más desorbitado. Pero no podía, cada vez que pensaba en hacerlo esos ojos le perseguían.
Finalmente había vuelto a la vida activa, cuando pareció que todo había pasado. El primer trabajo después de su retiro lo llevo a cabo casi tan bien como antes del incidente. Poco a poco se fue recuperando y llego a ser incluso más perfeccionista.
Hasta hace una semana que recibió el encargo.
Lo aceptó sin pensar, como siempre lo hacía.
Aterrizó y se alojó en un hotel, sin pensar bien en cual, nunca lo hacía, con que tuvieran un buen restaurante y fuese lo suficientemente lujoso le valía, ¿para que más?
Cuando empezó con la tarea de seguimiento se dio cuenta de que era la misma ruta que hace tres años, tenía una maldita memoria para los detalles de ese tipo. "Sólo una coincidencia" se dijo. Luego siguieron otras, los restaurantes, los horarios, todo. Aún así siguió con el plan y llegó el día.
No era capaz de describir que pasó después.
Sólo que no habia sido capaz de hacerlo. Los ojos habían sido mas fuertes que él. Allí, mirandolo cuando llegó el momento definitivo.
No podía matar esos ojos otra vez. Los había perdido una vez y matado otra. Pero enfrentarlos de nuevo era superior a sus fuerzas.
Ahora estaba de pie, en mitad de la noche. Preguntandose que pasaría ahora con él. Este tipo de cosas no se dejaban así.
Sabía demasiado como para que le dejasen seguir sin más.
Nunca se dejaban cabos sueltos, y él era uno ahora mismo.
¿Sabría ella eso?
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