Por alguna extraña razón creo que el estado de ánimo está intimamente ligado a nuestra capacidad creativa, tanto en calidad como en cantidad.
El máximo de la capacidad creativa se alcanza cuando nos encontramos parcialmente deprimidos o bajos de ánimo, pero todavía somos algo de nosotros mismos. No es cuando estamos hechos mierdas del todo, que ahí somos una piltrafilla y no se puede sacar nada de nosotros, sino cuando andamos en el alambre, que el cielo está gris, pero queda algo de trozos azules en el mismo. En ese momento se alcanza un máximo de productividad, somos ácidos, románticos, melancólicos, idealistas, pesimistas, lúcidos, melodiosos, soñadores todo a la vez o en fases alternantes; lo que viene siendo productivos y creativos.
No sé porque se produce pero creo que es así. No hay más que fijarse en las canciones que solemos considerar las mejores / que más nos gustan / más conocidas. Haced un simple recuento (para aquellos que sean más técnicos hacéis una estadística) de vuestras canciones favoritas. Cuántas de ellas son de "o que bonita es la vida" y cuantas de amores imposibles o desamores desgarrados. ¿Cómo de ácida puede ser una historia en color rosa pastel con amor en technicolor? Pues eso, lo máximo que se puede esperar es que no sea muy empalagosa y seamos capaces de sobrevivir al hastío provocado por la misma. Ahora, que una historia de fracaso puede ser hilarante, sarcástica, crítica, enternecedora y moralizante todo a la vez (por no comentar que de los fracasos se aprende muchííííísimo más que de los éxitos).
No sé si será que cuando somos felices y estamos bien todo nos parece maravilloso y no tenemos nada que contar sino que sonreimos como idiotas y miramos al infinito o que todo lo que somos capaces de decir es "que feliz soy" y, claro, eso no interesa a nadie, porque cansa demasiado después de la segunda vez que lo escuchas.
Pues nada, ahí os dejo pensando. Si hay algún psicólogo por ahí tengo una pregunta: ¿hay algún estudio sobre esto?
domingo, julio 08, 2007
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5 comentarios:
No sé yo, ehhh. Es verdad que cuando se está triste tienes ganas de dibujar (mi caso), pero a mí me produce más ansiedad.
Al contrario cuando estoy alegre, tengo muchas más ideas. Aunque tengo que reconocer que no suelo ponerme a pintar, sino que me apetece salir a disfrutar de una caña con los amigos.
Quizás por eso no hay tantas ideas plasmadas, porque cuando llegan, estás de farra y no encerrado en casa.
Saludos!
Puede que sea eso, que la diferencia esta en la predisposicion a plasmar las ideas que tenemos es mayor, que nuestra necesidad de contar es mayor cuando estamos un poco triste que cuando estamos contentos, porque en esto ultimo nos vale ocn disfrutar.
Saludos desde el exilio!
Jajajaja, que bueno lo del exilio. Me ha hecho mucha gracia ;-)
Si, es que ando exiliado. Pero no te equivoques, el exilio es voluntario y soy mas feliz que lo que era antes, pero lo cortes no quita lo valiente.
Completamente de acuerdo... Las canciones suenan mejor, los cuentos me salen más fluidos, en momentos de tristeza, melancolía... Ahora bien, si lo que busco es creatividad laboral, los momentos de bajón son los peores... ¡Otro día más mirando la pantalla del portátil sin hacer nada!
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