martes, octubre 04, 2005

- Papá, ¿por qué está sangrando el mar? ¿acaso el sol le está haciendo daño? - preguntó Pedro con sus cinco años al ver la primera puesta de sol en el mar. Esa tarde el mar tenía un rojo más intenso que de costumbre al atardecer, con el sol a medio meter en las tranquilas aguas.
- No, Pedro, el sol no le hace daño. El sol le está contando al mar lo que ha visto durante el día hacer a los hombres. Está relatando como ha visto a ese hombre salir de casa para ir a trabajar con traje y corbata y cambiarse en un baño público par ponerse el uniforme de cajero, para que su familia no sienta vergüenza de él, cuando su mujer lo sabe desde hace meses, pero no dice nada. Dice también que ha visto cómo una mujer lleva dos semanas sin sonreir, pensando en cómo va a pagar la hipoteca y que, de la frustración, ha chillado a su hijo de 3 años cuando se le ha caído el vaso y se le ha roto a la hora de la merienda. Cuenta la pérdida del último ideal de aquel joven comprometido, al firmar, a sus 40 años, en su puesto de directivo de una multinacional, el despido de 500 trabajadores sólo para que los beneficios del próximo trimestre sean más altos y conseguir el plus para irse de vacaciones al caribe. Y, así, le narra una a una, todas las historias de decepciones, pérdida de ideales, mutilaciones de almas y negación de principios que ha ido viendo a lo largo del día. Derrotado, piensa que mañana no tendrá fuerzas para seguir viéndolo. Con todo esto, el mar, al escucharle, ha ido notando cómo se le desgarraba la piel y le sangraban los poros sin poder hacer nada.
Pedro se quedó mirando a sus pies, sin poder contemplar más la puesta de sol.
Su padre, al contemplarle, continuó - No te pongas así, Pedro, esto sucede cada día desde que el tiempo comenzó. A partir de ahora, queda el milagro de la noche. Cuando el sol, derrotado, se retira, la gente comienza a soñar, a imaginar unos días mejores por venir, ese golpe de suerte que les cambie la vida, esa foto olvidada que les recueda sus ideales de juventud y, por cada sueño nuevo, por cada sonrisa ante un futuro mejor, por cada meta imposible de lograr, aparece una luz en el cielo, pequeñita y titilante.
- ¿Eso son las estrellas?
- Sí. Y, cuando el sol despierta, al contemplarlas, decide que no puede dejar que todas esas ilusiones se pierdan en el olvido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy bonito :$

tas romántico hoy eh? ;)

Gummy dijo...

Tengo mis momentos.